El 22 de noviembre, en el partido contra Arabia Saudita que Argentina perdió 2-1, Messi convirtió un penal a los diez minutos de juego y, a los veintidós, un gol que le anularon por estar en offside. El 18 de diciembre, en la final contra Francia en el estadio Lusail, marcó de penal el primer gol y, en los tiempos extras, aprovechó el rebote de un intento de Lautaro Martínez que Hugo Lloris había rechazado para desempatar el 2-2. Como Mbappé anotó el tercero para su equipo, el partido se definió por penales, donde Messi convirtió el suyo para un 4-2 a favor de Argentina, que ganó el título después de treinta y seis años.