El primer intento fue en 1848, cuando en la Universidad de Cambridge, Henry de Winton y John Charles Thring hicieron un llamamiento a miembros de otras escuelas para reglamentar un nuevo código, el Código Cambridge, también conocido como las Reglas de Cambridge. Modo de empleo: calentar una pequeña cantidad con las yemas de los dedos y aplicar mediante suaves movimientos sobre el rostro, cuello y escote perfectamente limpios.