Luego de la muerte del estanciero en 1889, su viuda Ángela de Álzaga vendió en 1894 el terreno a la Municipalidad de Buenos Aires por un valor simbólico ($1.500.000), con la condición que fuera convertido en un parque público que llevase el nombre de su marido. El diseño del nuevo parque público fue realizado en 1896 por el paisajista francés Charles Thays, que trabajó intensamente para la Municipalidad por décadas.